La medicalización de la cronicidad

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A menudo se alude a la enfermedad cardiovascular como la principal causa de muerte en España cuando, en nuestro país, una lectura de los datos -más allá de titulares de brocha gorda- pone de manifiesto que esto sólo es cierto cogiendo el rábano por las hojas, como ya explicamos en un post anterior.

La prevención cardiovascular está eminentemente medicalizada, por cuestiones que no acabamos de asumir, máxime cuando ahora la evidencia de la eficacia de los hábitos de vida saludables es apabullante: ya no se trata de intuir que la persona que no fuma, limita el consumo de alcohol, se ejercita con regularidad o tiene una dieta saludable va a gozar (dejando la aleatoriedad de la vida aparte) de una existencia más prolongada y, lo más importante, con mayor calidad, sino que el conocimiento, repetimos, nos están pasando, literalmente, por encima.

Para muestra, este botón, que muestra los beneficios en nuestra salud de la actividad física y una pregunta al respecto: ¿Conoces algún medicamento cuyos efectos sean siquiera remotamente tan amplios y beneficiosos? Ya te contestamos nosotros: no existe.

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Con esta evidencia, por ejemplo, parecería lógico pensar que el grueso de los recursos de los sistemas sanitarios (y educativos) se destinarían a promover una vida saludable en los ciudadanos. Pero la realidad es tozuda y no: el grueso de los recursos de los servicios sanitarios -nóminas aparte- se dedican a pagar la prescripción de medicamentos dirigidos a prevenir o paliar la epidemia de cronicidad que nos asola y en cuya base se encuentran unos hábitos de vida desalineados con nuestros genes, ya que a diario hacemos cosas que estos no esperan (por ejemplo, pasar la mayor parte del tiempo sentados o tumbados) y hemos dejado de hacer cosas que sí esperan (por ejemplo, hacer ejercicio de fuerza con regularidad, respetar nuestros ritmos circadianos o mantener un contacto estrecho con la naturaleza).

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En este alienado contexto, rentable para unos y ruinoso para los que pierden su salud a diario, la prescripción de hipolipemiantes en la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular y de otras muchas enfermedades crónicas, es el exponente máximo del error de enfoque que arrastramos desde hace años y que tiene causas múltiples: estructurales, formativas, culturales… que nos impiden avanzar y poner el acento en lo verdaderamente importante. Medicalizamos quizás, porque es lo más fácil, lo inmediato, lo que nos pide el paciente, lo que dice la guía que hay que hacer, lo que espera el sistema sanitario de nosotros y mil cosas más. Las cifras objetivo son nuestro santo y seña y para conseguirlas se añaden medicamentos, se complican los tratamientos y, en definitiva, se aumenta la carga de tratamiento de pacientes que, a menudo, no entienden qué les pasa, qué tienen que hacer para salir del pozo de la enfermedad -o no caer en él- y toman su medicación (o no la toman) mientras continúan fumando, con unos hábitos dietéticos insanos y un sedentarismo rampante.

Bucear en las causas de las conductas auto destructivas de nuestros pacientes nos lleva a territorios resbaladizos: la pobreza, la desigualdad, la falta de cultura sanitaria, la insatisfacción y mil cosas más están en la base, dibujando un paisaje que queda lejos de la eficacia mostrada por los medicamentos en los ensayos clínicos y una realidad difícil de abordar como individuos y como Sociedad.

Ahora que faltan profesionales sanitarios (no solo médicos) y que muchas voces se levantan para reformular o refundar la atención primaria, deberíamos reflexionar sobre dónde estamos y hacia dónde queremos ir. Incorporar nuevos perfiles (dietistas, entrenadores) puede ser parte de la solución. Dedicar más recursos a impulsar la revolución cultural pendiente en España (esa que llevaría a atajar las causas sociales de la enfermedad) también. Impulsar la desmedicalización de una Sociedad lastrada por un consumo insostenible de ansiolíticos, hipnóticos, antimicrobianos o hipolipemiantes y una polimedicación inadecuada creciente debería, así mismo, entrar en la ecuación.

Dicen que fue Warren Buffet quien dijo aquello de que Lo más importante si te encuentras en un hoyo es dejar de cavar. Sabio consejo del que deberíamos tomar buena nota cuando apenas vemos, desde donde estamos, la luz del sol.

Terminamos hoy confesándote que pretendíamos hablar de los entresijos del ácido bempedoico y el estudio CLEAR, recientemente publicado en el NEJM, aunque nuestras reflexiones nos han llevado lejos de nuestro objetivo. O no tanto, según se mire…

7 comentarios

  1. Excelente y oportuno, como siempre.
    Más tarde intento adjuntar un chiste de Peridis que ponía a los alumnos y también a un enlace que conocí a través de Rafa Cofiño.
    Felicidades de nuevo!

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  2. Es de una presentación de Rafa Cofiño sobre Determinantes de Salud. Fijarse en las ventanas 20 a 27

    https://drive.google.com/file/d/1vSZ6vh-KqK7gJDFzIBVkq8EcI9PhJoOc/view?usp=sharing

    Y este libro de Jaume Ollé i Goig también resituan donde están los problemas de salud

    https://www.casadellibro.com/libro-cronicas-de-un-medico-en-el-mundo-2-ed/9788498886771/2738757

    El chiste de Peridis me está costando más subirlo!

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  3. Dices….
    «Ahora que faltan profesionales sanitarios (no solo médicos) y que muchas voces se levantan para reformular o refundar la atención primaria, deberíamos reflexionar sobre dónde estamos y hacia dónde queremos ir. Incorporar nuevos perfiles (dietistas, entrenadores) puede ser parte de la solución. Dedicar más recursos a impulsar la revolución cultural pendiente en España (esa que llevaría a atajar las causas sociales de la enfermedad) también. Impulsar la desmedicalización de una Sociedad lastrada por un consumo insostenible de ansiolíticos, hipnóticos, antimicrobianos o hipolipemiantes y una polimedicación inadecuada creciente debería, así mismo, entrar en la ecuación».
    Como a veces hablamos mi amigo Jordi Sunyer (epidemiologo ambientalista, aqui parte de su perfil, https://www.isglobal.org/en/our-team/-/profiles/6203 ) este desvío de la atención y responsabilidad hacia lo individual es tremendamente frustrante porque las decisones de cambio, son ABSOLUTAMENTE, políticas!!

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  4. La medicalización responde a lo que impera en la sociedad: lo rápido y lo cómodo. Fomentar hábitos saludables, más bien, asumir cambios en el estilo de vida supone un esfuerzo y, digamos renunciar a la «comodidad» que representa introducir una pastillita en la boca…..Es todo mucho más complejo y entiendo, un problema estructural de la sociedad actual, individualista y desigual.

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  5. Pues estoy bastante de acuerdo. Aparte de fomentar los hábitos saludables, también sería conveniente que la población asuma que a medida que vamos cumpliendo años, van apareciendo «problemas» que nos limitarán actividades que previamente hacíamos. Es la vida. Medicalizar la fisiología no es buen remedio. El sueño de la «eterna juventud» es éso, un sueño. Por no hablar del sinsentido del «derecho a la salud».

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