Infodemia vacunal

Original en: https://www.undrr.org/news/cutting-through-covid-19-infodemic

¿Recuerdas tu primera conexión a Internet? Si fue en los 90 seguramente fue lenta. Lentísima. Desesperadamente lenta. Pero esta herramienta, con buscadores como Altavista o Yahoo (Google aún no había salido del garaje) llegaba para quedarse y cambiar el mundo. Entonces no vislumbrábamos siquiera sus posibilidades. Más adelante se popularizó el correo electrónico, las marcas comenzaron a tener su web; algunos organismos oficiales, también. El comercio electrónico comenzó a despuntar. El acceso a la información se democratizó. Nos las prometíamos felices. Parecía la solución a todos los problemas.

Más tarde aparecieron los nuevos riesgos digitales y comenzamos a oír conceptos como profesionalidad en la red, reputación digital o infoxicación. En el nuevo paraíso, anidaba un nuevo infierno. Y llegaron las redes sociales, que trajeron la viralización, las fake news (los bulos de toda la vida, ahora con dimensiones planetarias) y la posibilidad de manipularnos con más o menos sutileza, lo que se han convertido en una amenaza para la convivencia. Un peligro real para las democracias.

La pandemia que sufrimos desde hace más de un año es también, desde un punto de vista informativo, hija de su tiempo, lo que ha hecho que se acuñe el término infodemia, al que nos referimos en este blog no hace mucho. La infodemia es la mentira pandémica: Internet convertida en un arma de desinformación masiva. Un monstruo al que alimentamos muchos de nosotros, de forma inadvertida, cuando hacemos un uso irreflexivo, incauto, inapropiado, de la Red.

Los bulos sobre el universo COVID que recogen las páginas web o los chats de tus aplicaciones favoritas son inabarcables. Aquí tienes un ejemplo. Aquí, otro. Y si quieres más, aquí puedes satisfacer tu curiosidad. Y como toda acción tiene su reacción, en los ejemplos anteriores puedes comprobar que ya hay medios especializados en desmentirlos.

Ante esta situación algunos se preguntan si contribuir a la difusión de un bulo es un delito, algo que parece evidente cuando se incita al odio, la violencia o se injuria. Pero ¿Qué ocurre cuando, de forma más sibilina el infoterrorismo, solo pretende influir sobre nuestra conducta o dificultar la toma de decisiones a cualquier nivel? ¿Qué trascendencia puede tener todo esto en el mundo sanitario y sin ir más lejos, sobre la campaña de vacunación que ahora mismo estamos llevando a cabo?

En relación a esto último, tenemos más preguntas: ¿Quién está en la cocina de las fake news? ¿Con qué objetivo? ¿Que no nos vacunemos? ¿Generar crispación? ¿Conseguir que vivamos en una sociedad cada vez más polarizada? ¿Hacer imposible la convivencia? La Organización Mundial de la Salud, ante la gravedad de la situación ha movido ficha y ha puesto en marcha una iniciativa que pretende aplanar la curva de la infodemia, de la cual te dejamos este resumen con unos consejos, muy sencillos, para no contribuir a la expansión de los bulos.

Si lo piensas, todo gira alrededor de la idea de no darle a reenviar sin pensar en la trascendencia que puede tener nuestro acto, algo que tiene mucho que ver con no dejarnos aplastar por el sesgo de confirmación. O, sencillamente, cultivar mínimamente la parte crítica de nuestro espíritu, nutrirla con un sano escepticismo, antes de darle a me gusta o identificarnos con un titular. Parece sencillo, pero en la Sociedad de lo instantáneo y de lo fácil, en la que cada vez somos más predicados antes que sujetos, la infodemia se ha convertido en la horma de nuestro zapato.

Como ciudadanos debemos de poner nuestro granito de arena para aplanar la curva de la intoxicación y la mentira que también nos salpica, y de qué manera, como profesionales sanitarios. Basta con recordar que, como dicen que dijo Séneca, Quien beneficia a los malos, perjudica a los buenos

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