En Sala de lectura creemos que para prevenir la enfermedad no hay nada mejor que tener unos hábitos de vida saludables. Responsables, dicen otros. Y huir de toda la mercadotecnia preventivista que pretende encasillarnos como pre-enfermos, lo que justificaría, en aras de nuestra salud, que nos mediquemos estando sanos. En relación a la medicalización por si acaso, ya vimos en este blog -para pasmo de algunos- que actualmente no se recomienda tomar ácido acetilsalicílico en prevención primaria cardiovascular. También hemos leído en el BMJ que, a tenor de la evidencia que avala la eficacia de los suplementos de vitamina D y calcio en personas sanas, deberíamos de pensárnoslo dos veces antes de precribirlos.
Hay más ejemplos, pero hoy queremos irnos al otro extremo de la cuerda: aquéllos que hacen de la vida sana su religión y así, han decidido emular a Forrest Gump o Murakami a la hora de ponerse a correr. Correr es de cobardes, dice el viejo chiste. No nos atrevemos a tanto, pero a lo mejor convendría ser más prudentes. ¿Es realmente bueno correr? ¿Tiradas cortas o largas? ¿A qué ritmo? ¿Cuántas veces a la semana?
En este contexto, se ha publicado en el Journal of the American College of Cardiology un estudio observacional que ha tenido como objetivo investigar la asociación entre correr y la mortalidad por cualquier causa a largo plazo, centrándose específicamente en los efectos del ritmo, cantidad y frecuencia de la carrera. Nos preparamos para diseccionar este interesante estudio cuyas conclusiones son, ya te lo adelantamos, para salir corriendo…
Metodología: estudio observacional, prospectivo, que forma parte del Copenhagen City Heart Study que incluyó una muestra aleatorizada de 19.329 hombres y mujeres de raza blanca (1.878 corredores y 16.827 no corredores) con una edad entre 20 y 93 años a los que se siguió durante 35 años. Esta publicación corresponde al cuarto análisis del mismo, realizado entre 2001 y 2003, para el que se excluyeron los participantes con un historial de ECV (n=513) ACV (n=262) y cáncer (n=469) dejando un total de 5.048 hombres y mujeres (1.098 corredores y 3.950 no corredores, sanos). Se utilizaron procedimientos y exámenes establecidos para realizar las encuestas epidemiológicas, incluyendo para la ocasión cuestiones relativas al número de veces y la longitud corrida a la semana y la propia percepción del ritmo seguido. La variable de resultado fue la muerte por cualquier causa.
Resultados: se registraron 28 muertes entre los corredores y 128 en el grupo sedentario. Correr entre 1-2,4 h a la semana se asoció a la menor mortalidad (HR: 0,29; IC95% 0,11-0,80). El riesgo estimado para los subgrupos que corrían más no fue diferente del de los sedentarios (HR:0,65; IC95% 0,20-2,07). La frecuencia óptima fue de 2-3 veces por semana (HR:0,32; IC95% 0,15-0,69) o ≤1 por semana. El riesgo estimado de correr >3 veces por semana no fue estadísticamente distinto al del grupo sedentario. La menor mortalidad se asoció con un ritmo de carrera lento (HR:0,51; IC95% 0,24-1,10) o moderado (HR:0,38; IC95% 0,22-0,66). Un ritmo alto arrojó un riesgo similar al del grupo sedentario.
Conclusión de los autores: los resultados sugieren una asociación en U entre la mortalidad por cualquier causa y la dosis de carrera, ajustada por el ritmo, cantidad y frecuencia de la misma. Los corredores moderados tienen una menor mortalidad que los individuos incluidos en el grupo de personas sedentarias, mientras que los que corren de forma extenuante tienen una mortalidad que no difiere estadísticamente de la de dicho grupo.
Fuente de financiación: no consta.
Comentario: estudios como el de hoy tienen gran relevancia en un contexto de prevención de la enfermedad, no medicalización de las personas sanas y promoción de unos hábitos de vida saludables que se suele realizar, aunque no de forma exclusiva, en la atención primaria y que está consonancia con el espíritu de iniciativas puestas en marcha en otros países, que integran estrategias tan interesantes como la de las 5 Aes.
Llegados a este punto habría que plantearse si las recomendaciones que hacemos a los usuarios (enfermos o no) están basadas en una sólida evidencia. O si están actualizadas o han quedado cubiertas por el moho de los años. Así por ejemplo, esta semana hemos sabido que se ha propuesto que la próxima edición de las Dietary Guidelines for Americans elimine la restricción de la ingesta de colesterol incluida en otras ediciones y no estamos seguros que esta importante noticia haya llegado a todos los interesados.
En relación al ejercicio físico, los que hemos sido runners y ahora nos dedicamos -con cordura- a otra cosa, sabemos que correr puede convertirse en una peligrosa adicción. Y que tras el ¿pronas o supinas? se esconde un complejo mundo de intereses, en el que una sencilla práctica sirve de parapeto a toda una industria que nos vende ropa, zapatillas y todas los artilugios -portátiles o no- que podamos imaginar, cuyos tentáculos asoman en las numerosas revistas del sector.
Una vez en la calle, no es raro cruzarnos con otros corredores cuyo aspecto se asemeja más a un moribundo a punto de desplomarse que el de un deportista. Tampoco es extraño ver pájaras ajenas, sufrir las propias o sentir cómo nos invade un espíritu competitivo que nos pide ir dejando atrás a todos los que osen cruzarse en nuestro camino. Todo lo anterior en aras de conseguir nuestro particular citius, altius, fortius, de conservar o mejorar nuestra salud, la apariencia física, encumbrar nuestro ego o quién sabe qué.
El estudio de hoy viene a poner un poco de mesura en la carrera y nos advierte que el ejercicio moderado -en este caso, correr- se asocia a una menor mortalidad en comparación con el sedentarismo. Pero pasarnos de vueltas, puede tener un efecto nulo sobre la mortalidad en comparación con aquéllos cuya cancha tiene las dimensiones de un sofá.
Resumiendo, parece adecuado recomendar (o hacer) un par de tiradas a la semana de unos 45-60′ al ritmo conocido como trote cochinero (≈6’/km). Una recomendación que, además, resultará factible y sostenible en el tiempo para la mayoría.
Es bueno acostumbrarse a la fatiga y a la carrera, pero no hay que forzar la marcha, dicen que dijo Cicerón. Y es que el filósofo romano, aunque no tuvo acceso a estudios como el de hoy, ya sabía cómo acabó Filípides…
Editado a las 20:15 (ver comentarios)
No termino de entender esa mezcla de conclusiones de un estudio, del que habría de conocer más datos, y las recomendaciones de un excorredor(runner), que considero deberían estar más fundamentadas en una página como ésta. Por cierto, algunos corremos dese hace décadas, simplemente porque nos gusta y nos hace sentirnos mejor.
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Hola, José M:
El estudio completo está publicado y este subestudio, también. El objetivo de este post era trasladar a los profesionales sanitarios recomendaciones concretas que emanan de las evidencias más actuales. Todos hemos oído decir eso de «haga más ejercicio y coma menos». De la dieta, hablaré otro día. Pero ¿cuánto es más ejercicio? ¿cuánto es suficiente? ¿y cuánto demasiado? Ahora, con este estudio (con sus evidentes limitaciones metodológicas, pero de una gran solvencia) podemos dar a la población unas pautas más concretas en algo que se ha hecho tan popular en nuestro país, como es salir a correr.
No seré yo quien le diga a nadie lo que debe o no debe hacer. Si es tu gusto, sigue corriendo. Pero ahora ya sabes que hay pruebas de que ir más allá de los resultados de este estudio diluye los beneficios del ejercicio en términos de disminución de la mortalidad.
Por cierto, tu comentario me ha hecho caer en la cuenta de un error fatal: no incluir esta charla en TEDx de O’Keefe, uno de los autores del estudio. Esta presentación me hizo cambiar mi mentalidad de runner y replantearme mi actitud hacia el ejercicio. Espero que sea de tu interés.
Un saludo y gracias por participar.
CARLOS
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Aunque se calcula(según un artículo del País) que,actualmente en España, existen 3 millones de «runners»,la práctica de un médico de familia tiene como objeto el aconsejamiento a personas que, en su mayoría, se encuentran lejos del perfil del corredor habitual. El artículo, por ello,tendría una importancia relativa, pero tiene su aspecto positivo a la hora de aconsejar a aquellos que nos lo demandan y que estarían incluídos en ese perfil de runner o neorunner. Estas conclusiones, en términos de mortalidad, de una forma intuitiva y poco estructurada, se han relacionado desde hace décadas con la práctica de deporte de competición, por ello el hecho de que ahora exista un enfoque científico, con las limitaciones pertinentes, hemos de percibirlo como una aportación clara a este tema. Mi discrepancia con el artículo, va más relacionada en los aspectos personales que se aportan como experiencia y de donde se deducen actitudes también personales frente al hecho de la práctica de la carrera en su caso, que, creo, afectan a una minoría de practicantes. Completamente de acuerdo, por otro, lado en la necesidad de la moderación en la práctica del ejercicio y dejar ciertas actitudes más extremas para practicantes especialmente dotados, entrenados y controlados.
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se nota mucho la fe de los conversos
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In conclusion, our results based on a long-term follow-up of a large random sample of men and women show that joggers live, on average, 6 years longer than do nonjoggers.
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Hola, José Antonio:
Efectivamente, no hay peor fe que la de un converso. Pero la realidad,es tozuda…
COMPETENCY IN MEDICAL KNOWLEDGE: Compared with more sedentary people, people who jog regularly exhibit a significantly lower all-cause mortality rate. Those who jog lightly or moderately appear to benefit more than strenuous joggers, whose long-term mortality rate is similar to that of sedentary people.
COMPETENCY IN PATIENT CARE: When prescribing exercise to improve longevity, strenuous exercise is not necessary and might reduce the health benefits of light to moderate physical activity.
TRANSLATIONAL OUTLOOK: Further studies are needed to explore the mechanisms by which excessively strenuous exercise adversely affects longevity before the pattern of association between exercise intensity and long-term mortality can be incorporated into physical activity recommendations for the general public.
Un saludo y gracias por tu comentario.
CARLOS
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Gracias por tu réplica, José M:
El artículo se refiere a los runners, aunque habría que preguntarse si sus conclusiones no son extensivas al resto de los deportes (me estoy acordando ahora, por ejemplo, del ciclismo, muy practicado en España) lo que ampliaría la «base social» de las recomendaciones. Por otra parte, es cierto que en AP el perfil del paciente actual no es el del runner que todos tenemos en la cabeza. Pero también lo es que dicho perfil está cambiando y que la práctica deportiva, afortunadamente, comienza a prender en nuestro país y es excepcional el pueblo (no digamos las ciudades) sin un polideportivo o una simple «ruta del colesterol».
En cuanto a las recomendaciones, van incluidas en el comentario, al margen de la disección del artículo (en este aspecto, suelo distinguir incluso tipográficamente las 3 partes que tienen este tipo de entradas) y aunque tienen carácter personal, están sostenidas por las conclusiones del estudio. Son una forma rápida de trasladar un mensaje útil al lector con prisa. El que desee profundizar en el tema, tiene a su disposición la parte central del post y, por supuesto, el artículo original y no digamos el vídeo, en el que O’Keele amplía la información y entra en las causas fisiopatológicas del impacto negativo (o no positivo) del ejercicio intenso/competitivo.
Un saludo.
CARLOS
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Muy buenos contenido me encanta vuestro blog como Guia
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[…] muchos recordaréis, dedicamos un post a este tema el pasado mes de febrero, que originó una cascada de interesantes comentarios. Pues […]
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[…] muchos recordaréis, dedicamos un post a este tema el pasado mes de febrero, que originó una cascada de interesantes comentarios. Pues […]
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