Coincidiendo con el vigésimo aniversario de la aparición del término Medicina basada en la evidencia, acuñado por Gordon Guyatt, BMJ y JAMA han publicado, al alimón, un interesantísimo editorial de Richard Smith y Drummond Rennie titulado Evidence based medicine-an oral history, que sirve de introducción a una iniciativa en la que los promotores del movimiento que cambió para siempre la Medicina, explican sus orígenes. Una oportunidad única para los más jóvenes de conocer de primera mano a personalidades como Guyatt, Brian Haynes, David Sackett, Paul Glasziou o Muir Gray, su biografía y su inmensa obra que, en palabras del primero, podríamos resumir así: In contrast to the traditional paradigm of medical practice, EBM places lower values on unsystematic clinical experience and pathophysiologic rationale, stresses the examination of evidence from clinical research, suggests that interpreting the results of clinical research requires a formal set of rules, and places a lower value to the autority. Sin duda alguna, una revolución en toda regla que ha servido de trampolín -con la inestimable colaboración de la Sociedad de la Información– a conceptos novedosos como el de Medicina participativa.
Siguiendo la línea trazada en el párrafo anterior, hoy dedicamos el post a la guía del Scottish Intercollegiate Guideline Network titulada Prevention of stroke in patients with atrial fibrillation. Este documento, dirigido específicamente a los profesionales de atención primaria, forma parte del material de apoyo elaborado en torno a una completísima guía de práctica clínica actualizada el pasado mes de junio (ver post de la anterior versión) y que se centra en el uso adecuado de los antitrombóticos. Después de haber cuestionado en este blog algunas de las guías más conocidas, queremos centrarnos en una que es digna de nuestra confianza. Confesamos que In SIGN we trust. Y éstas son nuestras razones…
1.- La guía tiene un objetivo explícito e identifica a sus usuarios.
2.- Está elaborada por un equipo multidisciplinar que incluye, entre otros, a hematólogos, cardiólogos, farmaceúticos clínicos o los propios pacientes. Y está revisada por pares.
3.- Recoge la estrategia seguida para realizar la búsqueda bibliográfica.
4.- Está estructurada en base a preguntas clave de interés clínico.
5.- Incluye, como parte destacada, la seguridad del paciente.
6.- Expone las recomendaciones tras valorar la calidad y contenido a las evidencias y dando respuesta a las preguntas previamente planteadas.
7.- Incluye el grado (fuerza) de cada recomendación.
8.- Recoge todas las opciones terapéuticas y todas las indicaciones de interés.
9.- Aborda la forma de implementar la guía.
10.- Recoge los conflictos de intereses de los autores.
Sin haber hecho una evaluación formal con la herramienta AGREE, sólo ojeando el contenido la guía, podemos pasar a leer sus recomendaciones con la impresión de que está elaborada con rigor e independencia editorial. No obstante, los escépticos y los interesados en conocer los entresijos de la elaboración de las guías del SIGN, tienen a su disposición este documento. Los demás pueden pasar a valorar sus recomendaciones que incluimos en la siguiente tabla:
Aquéllos que hayan incluido el inglés en la lista de buenos propósitos para 2014, tienen la opción de utilizar el informe de posicionamiento de los NACO patrocinado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. Un documento de clara vocación clínica que ha marcado el rumbo a seguir de aquí en adelante y al que reprochamos su opacidad metodológica y que no se haya dado, que sepamos, cauce de participación a pacientes e industria farmacéutica. Al final, ambos documentos llegan al mismo sitio. Pero no olvidemos que en la MBE los aspectos formales son casus belli. Como decía Guyatt en la cita que recogíamos al inicio de este post la MBE «suggests that interpreting the results of clinical research requires a formal set of rules, and places a lower value to the autority» Pero parece que, después de 20 años, el mensaje no ha calado en España. Claro que 20 años, no son nada…
podre conseguir esta guia en castellano?
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Hola, Lucas:
Hasta donde yo sé, esta guía no está disponible en castellano. Tampoco conozco ninguna iniciativa para traducirla…
Un saludo.
CARLOS
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Ya de entrada no me es atractiva una guía para médicos de atención primaria en la cual no participan médicos de atención primaria. Esto es volver al pasado. Hoy nadie entendería que para hablar de hipertensión trajéramos a un Cardiólogo a para hablar de Diabetes a un Endocrino en cualquier foro de atención primaria. Los médicos de familiar nos bastamos. En alguna sociedad de primaria existen más de 30 Grupos de Trabajo. Con todos mis respetos para SIGN, pero ¿harían una guía sobre antipsicóticos sin la participación de psiquiatras o una sobre
antiarrtimicos sin el concurso de cardiológos?
Alguien se ha olvidado de que existe una especialidad que tiene más de 30 años, claro que 30 años no son nada….
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Hola, J. Ángel:
La FA es una patología que suelen manejar cardiólogos, internistas, hematólogos… y cuyo peso suele recaer, en gran parte, en los médicos y enfermeros de atención primaria. Justo y necesario es, por tanto, que participara al menos un médico general y así ocurre, tal y como se recoge en la pág. 51 donde aparece Andrew Moore como «general practitioner» en el listado de autores. Así mismo (pág. 52) también participa otro médico general como revisor. En concreto, el Dr. Gordon Isbister, quien también aparece como tal. Lo que no puedo asegurar es si ese término es exactamente equiparable a nuestros médicos de familia, en el sentido de que no sé si esta especialidad existe en el NHS tal y como la conocemos en España, ni las vías de acceso si la hubiera. Pero seguro que algún lector nos saca de dudas…
Un saludo y gracias por el comentario.
CARLOS
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[…] Sala de lectura: comentan la guía para la prevención de eventos cardiovasculares en pacientes con fibrilación […]
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