Convalecencia del COVID, un nuevo reto para atención primaria

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Cada vez hay más pacientes que notifican síntomas multiorgánicos posteriores al COVID-19. Van desde tos y dificultad para respirar hasta fatiga, dolor de cabeza, palpitaciones, dolor en el pecho, dolor en las articulaciones, limitaciones físicas, depresión e insomnio, y afectan a personas de distintas edades. En la conferencia de la Academy of Medical Sciences china de Lancet el 23 de noviembre, Bin Cao presentó datos (en prensa en The Lancet ) sobre las consecuencias a largo plazo del COVID-19 para los pacientes en Wuhan, y advirtió que las disfunciones y complicaciones podrían persistir durante al menos 6 meses en algunos pacientes dados de alta. El llamado COVID convaleciente es un problema de salud creciente y es necesario actuar ahora para abordarlo.

La aparición de complicaciones multiorgánicas no es inesperada, dado que el receptor de entrada ECA2 del SARS-CoV-2 se expresa en múltiples tejidos. A nivel mundial, hay una respuesta creciente al COVID convalesciente. Del 3 al 4 de diciembre, el National Institute of Allergy and Infectious Diseases de EE. UU. celebró el primer taller sobre la materia. En el Reino Unido, el NHS anunció el lanzamiento de 40 clínicas para convalecientes del COVID con objeto de abordar los síntomas persistentes y el NICE lanzará sus primeras recomendaciones clínicas en breve. La OMS planea actualizar su guía y recursos para el manejo clínico de COVID-19 para incluir la convalecencia. Sin embargo, se desconocen muchas cosas y la respuesta a este reto aún está en pañales. ¿Cuáles son los diagnósticos, definiciones y fenotipos de enfermedades que se agrupan bajo el término COVID convaleciente? ¿Cuánto dura? ¿Quiénes corren el riesgo de sufrir secuelas graves o prolongadas? ¿Cuáles son las causas y los mecanismos subyacentes? ¿Cómo prevenimos o reducimos los efectos de tales secuelas en la salud y el bienestar del paciente? ¿Existen tratamientos eficaces para ayudar a la recuperación del paciente y recuperar la función completa? ¿Qué rehabilitación se necesita?

Los datos sólidos y la evidencia científica son esenciales para responder a estas preguntas. Se necesitan con urgencia estudios de cohortes amplios y a largo plazo para ayudar a comprender mejor la trayectoria, las complicaciones y los mecanismos biológicos que impulsan las consecuencias para la salud a largo plazo del COVID-19. Estos estudios deben incluir poblaciones diversas, con pacientes hospitalizados y no hospitalizados, pacientes de atención primaria y secundaria, y pacientes de una variedad de países con ingresos altos, bajos y medianos. Los grupos étnicos minoritarios y las personas mayores se han visto afectados de manera desproporcionada por la pandemia, por lo que los factores étnicos y demográficos también deben tenerse en cuenta durante el reclutamiento de pacientes. Las perspectivas de los pacientes con respecto a la terminología de los síntomas y la recuperación deben incorporarse en los diseños de los estudios para garantizar preguntas y resultados de investigación clínicamente significativos. Se requieren colaboraciones y enfoques multidisciplinarios, multicéntricos y multinacionales para la recopilación de datos. Los servicios y sistemas digitales deberán poder recopilar datos sobre los síntomas en tiempo real.

Mientras tanto, ¿Cómo abordamos el COVID convaleciente? Primero, los profesionales de la salud deben escuchar a los pacientes para comprender sus preocupaciones, validar sus experiencias y manejar sus síntomas y comorbilidades, derivando a los pacientes cuando sea necesario. Muchos pacientes ya se sienten rechazados o ignorados. Sin definiciones clínicas claras y en ausencia de una prueba de diagnóstico o de un tratamiento eficaz, los profesionales de la salud se encuentran en una posición difícil para ayudar a sus pacientes. El conocimiento que evoluciona lentamente de otras afecciones poco comprendidas (como el dolor crónico y los trastornos funcionales) muestra los riesgos de que los pacientes sientan que sus síntomas son infravalorados o ignorados. Sin un reconocimiento claro, una comunicación honesta y una cuidadosa investigación centrada en el paciente, los resultados serán insatisfactorios.

En segundo lugar, los pacientes de alta deben tener acceso a una atención médica multidisciplinaria, incluidos los servicios de rehabilitación y telemedicina, así como apoyo social y financiero. En tercer lugar, la convalecencia del COVID afecta incluso a los adultos jóvenes, lo que justifica la transmisión de mensajes de salud pública eficaces para estas personas sobre los riesgos de infección. En cuarto lugar, los servicios de atención primaria necesitan la capacidad de tratar a los pacientes convalecientes del COVID. Por último, es probable que los propios trabajadores de la salud padezcan una gran carga de enfermedad durante mucho tiempo y deban contar con una atención de salud ocupacional adecuada.

Aunque la vacunación se ha convertido en el foco inmediato de la respuesta pandémica para muchos países, no se debe olvidar ni dejar de lado a los pacientes con COVID prolongado a medida que los países comienzan a considerar el final de la pandemia. Reconocer la escala potencial del problema ahora y las complejidades y variabilidades del curso de la enfermedad, y presionar por una mejor investigación y atención, podría evitar años de lucha y mala gestión para los pacientes con COVID prolongado.

Comentario El texto que acabas de leer es una traducción de un editorial de The Lancet que pone sobre la mesa un problema creciente en nuestro medio: la legión de pacientes que han pasado el COVID-19 y, ya en sus casas, continúan durante semanas, meses ¿años? sintomáticos.

En inglés a este nuevo cuadro clínico se le conoce como long COVID que, para la ocasión, hemos traducido como COVID convaleciente o convalecencia por COVID. En cualquier caso, es un reto más para todos, pero principalmente para la atención primaria, ahora que los profesionales en primera línea están machacados y ahora que se pide el ¿último? esfuerzo para la próxima batalla: la vacunación. Una macro campaña que nos va a tener ocupados y de qué manera, el próximo año.

Mientras en otros países, otros entornos, el nuevo enemigo ya tiene nombre y se afanan en enfrentarlo, aquí seguimos enfangados con la campaña de Navidad, las cenas, el horario de los comercios y otras cosas de comer que, siendo importantes, dejan entrever que muchos no han entendido que esta es la guerra que nos ha tocado vivir. No es como la que nos contaron nuestros padres o abuelos. Pero es la nuestra. Y está dejando, como todas las guerras, un reguero de muertos y de personas que, pasadas las semanas, los meses ¿los años? continúan con secuelas, más o menos graves. Más o menos invalidantes.

Es posible que los que esperan que al final de la última campanada de este aciago 2020 se deshaga el hechizo se lleven pronto el enésimo chasco. El tiempo, esa materia prima de la que está hecha la vida, es un continuo. ¿O es una fantasía y en realidad no existe? Discusiones filosóficas aparte, es indiscutible que la vacuna, ese clavo ardiendo al que unos pocos insisten en no aferrarse, hará que salga el sol para todos el próximo verano. O eso esperamos. Mientras, toca seguir trabajando y sufriendo.

Dicen que fue Sartre quien dijo que Cuando los ricos hacen la guerra, son los pobres los que mueren. Hasta que llegó el virus y puso a nuestra Sociedad frente el espejo de su insoportable levedad…

2 comentarios

  1. Atención al modelo de relación medico/paciente que se utiliza para entender y atender a esta nueva «etiqueta» de convalecencia. Si lo centramos en un modelo muy biologista y poco narrativo o relacional seguro haremos mas daño que beneficio. Desde iatrogenia a prevención cuaternaria. Os lo comento vivencialmente, ingresado desde el lunes pasado por fractura de tibia y peroné no covid (vulgar resbalon sobre césped con agua nieve, torsion de la EID, bloqueo del pie y caida. Y el sonido de un doloroso chasquido, crac) . Ahora soy paciente quirúrgico y atendido y atendiendo al trato y relación. Con anécdotas posiblemente conocidas por muchos. Escojo solo una por aquello de definir qué es trabajo o qué identificamos por trabajo. Compañero de habitacion, Teodoro, 90 años, caida en la calle y fractura de cuello de fémur. La enfermera entra, separados de mi por una cortinilla. Voy escuchando la conversacion. Ternura y preguntas de interés por la enfermera (hijos…cómo fue la caida….de dónde eres…duele…necesitas algo…y otras mas por el estilo. Teodoro llora, dá las gracias, balbucea, se relaja. Este encuentro no dura mas de 5-7 minutos. Entonces la enfermera, cierra el encuentro con un «Teodoro, volveré otra vez mañana y continuaremos hablando, te parece? Ahora tengo que ir a trabajar». Y ahí intervengo yo. Le digo a la enfermera, te puedo decir una cosa? Clari que si! Pues, que eso que has estado haciendo y hablando con Teodoro, tambien es trabajo. Y muy importante. Queda callada, se va. No la he vuelro a ver porque me han cambiado de planta a post-quirúrgica. El modelo de trabajo determina muchísimos resultados de salud. La respuesta psicosocial al enfermar (buscar Lipowski) lo define muy bien y depende en gran medida de la respuesta y modelo del profesional. Solo añadir que tambien la experiencia y trabajo quirúrgico de dos traumatólogas, la anestesia y la bomba de infusion de cloruro morfico, puro y duro biologismo, tambien me ayudan. Como el cariño y mensajes de amor de muchos amigos. Saludos Jose Antonio Tous Olagorta

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  2. Muchas gracias Carlos

    > WordPress.com El 11 de diciembre de 2020 a las 11:17 El rincón de Sísifo escribió: > > Carlos posted: » Foto del autor Cada vez hay más pacientes que notifican síntomas multiorgánicos posteriores al COVID-19. Van desde tos y dificultad para respirar hasta fatiga, dolor de cabeza, palpitaciones, dolor en el pecho, dolor en las articulaciones, limitacione» >

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