En Sevilla estamos de feria. Trabajando, pero de feria. O de feria, pero trabajando. Como se prefiera. Así que nos hemos puesto mano a la obra y nos hemos fijado en dos importantes publicaciones que queremos compartir con todos vosotros. La primera, en inglés, es obra -una vez más- del NHS Choices y, bajo el título de Top 10 diets review da un rápido repaso a las dietas más conocidas como las de Dukan o Atkins, que tan famosos (e imaginamos que ricos) han hecho a sus mentores. El documento describe cada una de las 10 dietas seleccionadas, analiza de forma somera sus pros y contras para, a continuación, dictaminar un veredicto sobre su idoneidad.
Destacamos -ahora que con el buen tiempo comienzan las operaciones bikini– dos ideas que nos han parecido fundamentales en el asunto de las dietas. La primera es que muchas de las dietas incluidas en el análisis son soluciones rápidas insostenibles a largo plazo, ya que podrían provocar una fluctuación del peso o efecto yo-yo. La segunda es que la clave para perder peso y no recuperarlo es reducir la ingesta calórica y aumentar la actividad, haciendo modificaciones en nuestros hábitos de vida con los objetivos puestos en el largo plazo. La meta sería perder entre 0,5-1 kg a la semana hasta conseguir un IMC saludable. En otras palabras: no existe más dieta milagro que ajustar la ingesta calórica (en cantidad y calidad) a nuestras necesidades y calzarse las zapas para practicar nuestro deporte favorito. Alguno habrá que nos guste. No nos vaya a pasar como a los niños con las verduras…
El segundo artículo acaba de publicarse en GuíaSalud y es una guía de práctica clínica cuya finalidad es proporcionar recomendaciones para el uso de IBP (tanto en el ámbito de la atención primaria como en el de atención hospitalaria) en la prevención primaria de eventos gastrointestinales en pacientes polimedicados o consumidores de fármacos potencialmente gastrolesivos como antiagregantes, anticoagulantes, AINE, analgésicos, corticoides o antidepresivos ISRS.
Elaborada por un grupo de trabajo perteneciente a la Unidad Docente de Medicina Familiar y Comunitaria Sector Zaragoza I y financiada por el Servicio Aragonés de Salud, la guía se estructura en 12 capítulos y 3 anexos. Los 2 primeros son generales y los 10 siguientes responden a preguntas clínicas concretas, de las que dejamos dos ejemplos: en un paciente menor de 60 años en tratamiento agudo con AINE ¿reduce la asociación de un IBP el riesgo de hemorragia digestiva alta? o en un paciente polimedicado ¿reduce la asociación de un IBP el riesgo de hemorragia digestiva alta?
Aunque no parece haberse utilizado el método PICO en la formulación de las preguntas, los autores aseguran haber tenido en cuenta los criterios esenciales del instrumento AGREE, así como los estándares europeos de elaboración de guías de práctica clínica.
En cuanto a las recomendaciones, por no extendernos diremos que no se recomienda asociar un IBP en los siguientes casos:
– Pacientes <60 años sin síntomas de patología digestiva, y sin factores de riesgo de úlcera péptica ni HDA, a los que se paute tratamiento con AINE de forma aguda (7-30 días) o crónica (>30 días).
– Pacientes en tratamiento con paracetamol a dosis ≤4 g/día.
– Pacientes <60 años, sin síntomas de patología digestiva y sin antecedentes de úlcera péptica ni HDA, en tratamiento crónico con antiagregantes/AAS.
– Pacientes en tratamiento con clopidogrel sin otros factores de riesgo asociados.
– En pacientes en tratamiento con clopidogrel con factores de riesgo de sangrado gastrointestinal, se recomienda no asociar IBP y asociar un antiH2.
– En pacientes en tratamiento con clopidogrel que precisen IBP se propone no asociar omeprazol ni esomeprazol, y, se propone pantoprazol.
– Pacientes <60 años que precisen un antidepresivo ISRS, no asociado a otros fármacos gastrolesivos y sin factores de riesgo.
– Pacientes polimedicados sin factores de riesgo y cuyos tratamientos no se incluyan en los apartados abordados por la guía.
Llegamos al final de un día aciago. Como no hemos leído el tan traído y llevado Real Decreto-Ley (tema hoy de conversación en España) no podemos opinar de su contenido más allá de los comentarios vistos en Twitter o algún artículo periodístico escrito por personas ajenas a la Sanidad. Tiempo habrá de comprobar su espíritu y alcance. En cualquier caso hoy, dietas aparte, nos quedamos con una guía con unos contenidos extraordinarios. Valgan los inhibidores de la bomba de protones como ejemplo de la política farmacéutica llevada a cabo hasta la fecha en nuestro país, independientemente del color del Gobierno de turno: no ha cabido más desbarajuste en la gestión de un subgrupo terapéutico en el que hemos gastado miles de millones de euros. ¿De forma justificable?
Si echamos una ojeada a las gráficas de la página 19 y 20 comprobaremos que en 2.006 triplicábamos el consumo -expresado en DHD- de Noruega o duplicábamos el de Dinamarca e Italia. Y que en 2.007 un alarmante 8,5% de la población tomaba diariamente una DDD de algún IBP.
Ante una situación de un consumo desorbitado, con un coste de más de 600 millones de euros solo en 2.008, la respuesta ha sido insistentemente de corte administrativo, como la catarata de bajadas de precios de los fármacos comercializados, mientras se seguían autorizando y financiando nuevas moléculas o formulaciones galénicas, a precios disparatados.
Se ha alentado así el recambio terapéutico que ha dado pingües beneficios y tan poco ha contribuido a mejorar la calidad asistencial. Pero estas son, entre otras, las cosas del cortoplacismo ciego en el que estamos instalados. Tanto mirarnos el ombligo y no hemos visto que el Titanic de nuestro Estado del bienestar chocaba contra la cruda realidad…
Muy bueno.
Lo de los IBP es la monda. Hay pacientes que los toman hasta que ya tienen digestiones pesadas. La fobia al daño del estómago llega a extremos absurdos. Hay pacientes que toman hasta dos IBP, uno para la acidez y otro para proteger al estómago del daño que pueda hacerle el otro fármaco, sin darse cuenta de que son dos -prazoles como dos soles.
Y es que la palabra «protector» suena de maravilla, Todos los fármacos en su publicidad deberían usarla, protector del cartílago, protector del pulmón, protector del corazón. Ángel de la guarda del riñón..
Los nombres con Anti- no son igual.
Otra cosa es que toda sensación de nausea, mareo, se asocia también con daño al estómago. Hay quien toma protector del estómago con unas vitaminas, productos homeopáticos o de herboristería. Al fin y al cabo si los comprimidos de hierbas dan gases será que hay que proteger al estómago (@#$%&)
Hay quien considera que la diarrea inducida por primperam es «daño al estómago» y va y se toma el protector también para la cagalera. El primperán lo tomaba por digestiones pesadas por estómago sin ácido.
Los opiaceos producen sensación nauseosa de origen central: daño al estómago, a tomar protector. Otra cosa es no tomarlo a diario, solo cuando el estómago tiene algo. Hay quien lo toma antes de una cena pesada o después de beber alcohol. Es el ángel de la guarda del estómago, el Protector, siempre en tu bolsillo. El abuelo va a por recetas para toda la familia con la excusa.
Y lo de las dietas ya por descontado. Cualquiera puede inventarse una, convencer a un famoso es algo más difícil, pero si lo consigues puedes alcanzar fama mundial. Médicos, nutricionistas, bioquímicos y cualquier aficionado pueden enriquecerse con la chorrada de la «dieta de…» Miedo me da la nutrición, no hay nada más tergiversado por la mala ciencia.
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[…] a una reciente entrada del blog Sala de Lectura he recordado la existencia de la Biblioteca de Guías de Práctica Clínica del Sistema Nacional de […]
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Gracias por el articulo.
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El Omeprazol y su riesgo aumentado de fracturas…¿No hemos generado un grandísimo problema de salud pública? ¿Aumentaremos,después, el consumo de bifosfonatos,que no mejoran este riesgo?.Dar marcha atrás será difícil, lo dice quien no puede dejar el Omeprazol por la pirosis inmensa a discontinuarlo,,ya que produce hipergastrinemia.
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