(BMJ) A propósito de la corrupción médica

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Hoy nos salimos nuevamente de la senda clínica y traemos a Sala de lectura la traducción/adaptación de una nueva andanada de Fiona Godlee a nuestras conciencias, en forma de un demoledor editorial publicado en el BMJ sobre la corrupción médica. Fiona, una de las cuentas indispensables en Twitter, es la máxima responsable de que el British se haya convertido en los últimos años en un baluarte de la ética profesional y un referente a nivel mundial.

Hablar de la corrupción de los demás parece algo cómodo y puede untarnos los dedos con los que tecleamos este post del espeso engrudo de la hipocresía. Pero no es nuestra intención caer en la fácil tentación de acusar a los demás. Ni mucho menos pensar que nosotros mismos estamos a salvo de nada. Otra cosa muy diferente es reconocer que, como en otros ámbitos de la vida, en el mundo sanitario (farmacéuticos incluidos, faltaría más) existen corrupción y profesionales corruptos.

Ante esta realidad podríamos mirar, como en el conocido poema de Niemöller, hacia otro lado, pero queremos ser partícipes del compromiso de la inmensa mayoría que, como Godlee, prefieren basar su actuación profesional en criterios éticos. Tenemos asumido que traducir este artículo no es gran cosa. Pero es, desde luego, toda una declaración de intenciones…

«El pasado año, el BMJ lanzó una campaña internacional contra la corrupción en la atención sanitaria. Un único artículo actuó de detonante: una visión personal de la cultura endémica del soborno a los médicos en India. La campaña recibió un amplio apoyo de los médicos de India y de los medios de comunicación y parece haber conseguido algún cambio positivo, aunque no suficiente. En un gesto sin precedentes, el entonces Ministro de Salud en este país reconoció que la corrupción es un gran problema. El gobierno creó una comisión especial y se prohibieron los regalos a los médicos, así como el patrocinio de conferencias por parte de la industria farmacéutica. La Indian Medical Association está trabajando sobre un nuevo código deontológico para los hospitales privados. Y el Medical Council, que regula la profesión médica en el país,  se ha comprometido a actuar contra cualquier médico que reciba sobornos.

El editorial que comentaba el artículo, dejó claro que India no es el único país con una honda tradición de tolerancia e incluso promoción de la corrupción médica. Si alguien lo duda, las noticias procedentes de los Estados Unidos sugieren que la corrupción sanitaria es allí, de igual forma, endémica. Sobre la evidencia de que en EE. UU. se pierden cada año miles de millones de dólares debido a fraudes médicos, los casos más señalados están dejando claros los mecanismos y el coste humano. Actualmente 6 médicos en Chicago están procesados por haber aceptado presuntamente sobornos. Sus presuntos crímenes incluyen ingresar pacientes en el hospital sin que lo necesitaran y realizar lucrativas e innecesarias traqueostomías que provocaron muertes evitables.

Tristemente, el Reino Unido no es inmune a estas prácticas. Una investigación del BMJ publicada esta semana deja clara la existencia de médicos británicos que reciben incentivos económicos por derivar pacientes a hospitales privados. Algunos médicos londinenses se han beneficiado de decenas de libras y algunos de cientos o miles.

No hay dudas de que los beneficiarios incluirán algunos de los pilares del establishment médico británico.  Tampoco dudamos de que la mayoría de los implicados creerán que ellos no pueden ser comprados. Pero incluso si eso fuera cierto, lo que importa -tanto como la realidad- es la percepción de la existencia de un conflicto de intereses. Tendrá que explicarse a los pacientes por qué muchos médicos disfrutan del uso gratuito de las consultas: ¿qué tal, te estoy derivando a este hospital (o trasladándote a este otro) porque tengo un contrato con ellos y me remuneran por hacerlo?

Algunos de los beneficiarios pueden argüir que el General Medical Council del Reino Unido no tiene pautas específicas sobre las inducciones del sector privado y están en lo cierto. El fallo del GMC al no proporcionar dichas pautas y su aparente rechazo a actuar con la información de 2012 sobre sobornos que se le presentó, son el eje de este editorial. Pero incluso en ausencia de una guía clara de actuación de este organismo, parece obvio que derivar por cualquier razón, que no sea el interés del paciente, contraviene la ética profesional. Gornall informa que algunos médicos a los que se les ofrecieron estos incentivos declinaron aceptarlos por esta razón. Y un conocido grupo de hospitales privados se mantiene alejado de estas prácticas, prefiriendo competir sobre la base de la calidad de los servicios que oferta.

La profesión debe asumir el liderazgo a la hora de proteger los pacientes y mantener la confianza pública. El GMC debe actuar y desde hace tiempo se echa de menos la existencia de un registro público de los intereses económicos de los médicos británicos.»

Colofón: en los últimos años los españoles hemos visto cómo la corrupción anegaba los estamentos públicos. Y todos conocemos el caso de algún cargo público que ha utilizado su privilegiada posición para enriquecerse de forma ilícita o, directamente, ilegal. El tráfico de influencias, el dinero negro, la falta de un control adecuado o el perfil marcadamente delictivo de algunos de los personajes que llenan los titulares de la prensa, constituyen el opio con el que nos hemos embriagado para despertar, súbitamente, con la resaca de un país saqueado y, como no podía ser de otra forma, empobrecido.

La palabra casta designa a toda una generación de personas que hicieron carrera política para medrar a la sombra de la res publica. Injustas son las generalizaciones, como injusto es pensar que las manzanas podridas no dejan ver en el cesto a las sanas. No obstante, la Sociedad parece lo suficientemente madura para exigir un cambio de rumbo antes de que la degradación de nuestra democracia sea irreversible.

En el mundo sanitario, también tenemos nuestra casta, constituida por un grupúsculo de personas que se hicieron profesionales de la Salud para, básicamente, hacer dinero. Esta minoría no duda en vender su alma al diablo por un euro, aunque sus acciones y omisiones perjudiquen, directa o indirectamente, a los pacientes. Frente a estos pocos, el editorial de Fiona reclama el liderazgo de la inmensa mayoría para poner coto a determinadas prácticas de determinados sujetos. En nuestras manos está coger esta bandera o dejar que la carcoma moral destruya, entre otras cosas, el edificio de la sanidad pública.

Dicen que fue Voltaire quien dijo aquello de que quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por dinero. Una ruidosa minoría cuya voz será acallada por el rugido de todos los demás…

9 comentarios

  1. Me preocupan más las microcorrupciones o corruptelas del día a día, del «voy a recetar esto, que me paga el congreso» «Esto es bueno porque lo dice fulano (que está subvencionado por la industria)» o incluso el falso buenismo de » voy a ayudar a este delegado que está pringado y lo van a echar de la empresa» y todas estas prácticas diarias que aceptamos como normaes y suman millones de €

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    • Hola, Jesús:
      Hay muchas prácticas, como las que tú mencionas que, efectivamente, son corruptas y que es complicado que los pacientes entiendan.
      Durante décadas las hemos asumido como normales, pero es hora de ir desterrándolas. Eliminarlas, es también un buen ejercicio de libertad de prescripción. Ésa que algunos, cuya prescripción está cautiva de oscuros intereses, reclaman a diario.
      Un saludo y gracias por tu comentario.
      CARLOS

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  2. Estupenda entrada, como siempre…
    Estoy de acuerdo con lo que comenta Jesús. La connivencia de la IF con los profesionales sanitarios y con las sociedades científicas, aunque sea a «pequeña escala» ( nada que ver con lo que se comenta en la entrada) es, a mi juicio, alarmante
    En general , la declaración de conflicto de intereses por parte de ponentes y docentes es excepcional
    Saludos cordiales
    MJ

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  3. Buenas. Hace unos meses fui uno de los firmantes de la carta que médicos de distintos países hicimos llegar a la OMS sobre reducción de daño en tabaquismo.

    Meses después, el panorama del vapeo en España es catastrófico (no así en el resto de Europa) y francamente me cuesta creer que no haya más voces desde el ámbito médico nacional diciendo algo tan evidente como que vapear es miles de veces preferible a fumar.

    He escrito un par de entradas sobre este ridículo español (y también internacional) y sobre esta historia escrita en dirección contraria a lo deseable, y me gustaría que dedicaseis unos minutos a leer ambas y luego me dieseis opinión sobre qué podemos hacer. Un saludo.

    http://www.e-volutas.com/2014/06/spain-is-different.html?m=1

    http://www.e-volutas.com/2015/01/asi-se-escribe-la-historia.html?m=1

    http://tobaccoanalysis.blogspot.com.es/2015/02/anti-smoking-groups-doing-more-harm.html

    El tema puede ser una de las historias más sucias de privación a la población mundial de una herramienta potente de ahorro de años de vida perdidos. Y de corrupción medico-farmacéutica.

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