El pasado viernes se clausuró el 14 Congreso Nacional de la SEFAP con una conferencia de Alejandro Jadad. Broche de oro para un acto que ha reunido en Sevilla a más de 400 profesionales de la Farmacia de Atención Primaria. Permíteme que la ilustración de esta entrada seamos Alex -como gusta que le llamen- y yo mismo, pues soy un ferviente seguidor de este gurú de la aplicación de las nuevas tecnologías en los servicios de salud, como vehículo de transmisión del conocimiento y de encuentro entre profesionales sanitarios y usuarios. Jadad nos habló de muchas cosas, pero fundamentalmente nos puso a cavilar -su especialidad- con una rotunda exposición: ¿cómo será nuestro futuro profesional en medio de la vorágine de cambios tecnológicos que estamos viviendo? y ante todo ¿tendremos futuro profesional? ¿seremos necesarios? ¿qué cambios nos exigirá la revolución en la que estamos inmersos y que ha cambiado, posiblemente para siempre, nuestra forma de comunicarnos y relacionarnos? En este contexto, queremos hoy hacer algunas reflexiones: en primer lugar, este blog nació al amparo de la lectura hace unos meses de un interesante artículo sobre la Web 2.0 de Tim O’Reilly. De pronto comprendí que yo, que navego por Internet desde 1.996 y que mantengo página personal desde hace 9 años, me había quedado clavado en el barro. Tan joven y tan viejo, que diría Sabina. El Rincón de Sísifo -de nuevo en el taller, por cierto- es un buen ejemplo de Web 1.0 en la cual el lector es un elemento pasivo que espera pacientemente a que el autor tenga un hueco para actualizar los contenidos. La Web 2.0 está basada en comunidades de usuarios y una amplia gama de servicios como las redes sociales, los blogs, los wikis o la folcsonomías, que fomentan la colaboración y el intercambio ágil de información entre los miembros de una comunidad o red social. Toda una revolución cultural que abanderó Google en su día y que ha hecho que aplicaciones como Delicious, YouTube, Facebook, eBay, Wikipedia o Dopplr se hayan colado en nuestra vida. Jadad nos dice que es momento de reaccionar: las cosas son como son, nos gusten o no. Adelantamos que nos gustan. Nos encantan, porque lo que parece una amenaza no es más que un portentoso reto. Todo profesional sanitario y por ende, todo farmacéutico de atención primaria, lleva un gestor del conocimiento en su interior: la demanda de información de calidad (científica, objetiva, completa y actual) sobre los medicamentos en general y su uso adecuado en particular es en estos momentos impresionante y está creciendo. Y no sólo entre los profesionales sanitarios, sino también entre los nuevos actores que ha traído a escena la red de redes: los pacientes. Esta información es crucial para la elaboración de recomendaciones y de estándares para la práctica clínica que nos permitan mejorar la calidad de la atención sanitaria, haciendo un uso seguro y eficaz de los medicamentos. El hecho de que los principales interesados de que esto sea así hayan irrumpido de esta forma, debe de servirnos de acicate para mejorar el rigor y la transparencia con la que se toman las grandes decisiones clínicas ¿o a alguien le incomoda que los autores de las mejores guías de práctica clínica basadas en la evidencia nos detallen cómo se hizo y cómo se llegó a las conclusiones que nos ofrecen?

Confieso que si hay una página web de las incluidas en Los Favoritos de Oro que me produce envidia -sana, pero envidia- es la del NPCi del National Health System. En ella encontramos muchos de las aplicaciones que la Web 2.0 ha puesto a nuestro servicio para promocionar un uso razonable de los medicamentos: un blog en el que se filtra información científica, material de calidad para formación, recomendaciones para los pacientes, podcasts, foros de discusión… y todo ello a bordo de su conocido ascensor al que, por cierto, se ha añadido recientemente un nuevo piso denominado Medicines Management in Care Homes. Que inventen ellos, que diría D. Miguel. ¿Y nosotros? ¿para cuando tendremos algo parecido en España? ¿Y en Iberoamérica? Con 400 millones de potenciales usuarios que hablan, escriben, leen, piensan y navegan en español ¿tendremos que seguir traduciendo lo que otros hacen? ¿ese es el papel que el futuro nos depara… el de traductores? ¿o seremos capaces de generar conocimiento a partir de la búsqueda, evaluación y síntesis de la información biomédica en entornos colaborativos formados por la interacción de las redes de profesionales y pacientes? ¿seremos capaces de trabajar en los nuevos entornos? ¿y de formarnos o investigar en ellos? Después de haber incorporado a nuestras vidas el mando a distancia, el dinero de plástico o la receta electrónica, no creo que la aptitud sea un inconveniente. Más bien, es cuestión de actitud. Como el  futuro nos pisa los talones y lo que nos depara es mucho mejor que lo que ya conocemos, habrá que correr para subirse a este tren que ya está en marcha. Y tú, ¿te vienes o te quedas?