Hoy, día de acción de gracias en los Estados Unidos, nos vamos a despachar con un tema más ligero, pero no por ello menos interesante, que viene a colación de una noticia generada, precisamente, allende los mares. Como habrás oído en algún medio, la FDA ha autorizado el primer fármaco que incluye un sensor que permite saber si el paciente se lo ha tomado… o no.

Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, canturreaba nuestro contrariado colega D. Hilarión en La verbena de la Paloma y, o mucho nos equivocamos, o estamos ante el banderazo de salida de una nueva carrera tecnológica en la que la Big Farma va a competir para averiguar toda suerte de parámetros del paciente a través de sus productos. Si crees que fantaseamos, échale un vistazo a este artículo que cuenta la experiencia de British Airways, en este caso, con sus clientes.

Si este asunto te interesa, hemos traducido un breve artículo del BMJ que destila lo más relevante de la cuestión. Sin más prolegómenos, dice así…

¿De qué demonios se trata? Se trata de una cápsula que incluye un sensor que registra si el paciente se la ha tomado. El sensor genera una señal eléctrica cuando entra en contacto con los fluidos gástricos. La señal es transmitida a un parche que lleva el paciente adherido a su cuerpo y que a su vez, la envía a su teléfono móvil. Con el consentimiento del paciente, el médico y hasta 4 personas más, pueden ser alertadas de que el fármaco ha sido ingerido.

¿Y para qué se usa el medicamento? La cápsula que porta el sensor es de aripiprazol, un antipsicótico usado en pacientes con esquizofrenia, trastorno bipolar y otras enfermedades mentales.

Esto es espeluznante… Algunos comentaristas en Estados Unidos han mostrado sus reservas sobre si es ético que el médico pueda espiar a sus pacientes de esta forma. Peter Kramer, profesor de psiquiatría emérito de la Brown Medical School ha tildado el fármaco de chismoso. Y Paul Applebaum, director de legislación, ética y psiquiatría en la Universidad de Columbia ha declarado que los pacientes no se toman los medicamentos por diversas razones, entre las que destaca que no les gustan los efectos adversos.

Pero supongo que es una forma de mejorar la adherencia ¿no? Sí, la falta de adherencia es un problema enorme y los investigadores han probado un gran número de artilugios diseñados para asegurar que la gente se toma sus medicamentos. Pero es un hueso duro de roer: un estudio reciente que comparaba tres dispositivos de bajo costo con función de recordatorio concluyó que no mejoraban  la adherencia.

¿Y funciona? Es demasiado pronto para saberlo. Cuando le digo a mis hijos que no desperdicien las cosas, porque el dinero no crece en los árboles o que no malgasten la electricidad porque alguien tiene que pagarla, suelo tener poco éxito. ¿Caerá esta iniciativa del gobierno en oídos sordos?

Comentario Si perteneces al grupo de lectores tecnófilos de este blog es posible que estés haciendo cábalas sobre el mundo de posibilidades que se abre al poner en marcha esta tecnología. Ahora hablamos de adherencia. ¿Pero imaginas conocer en tiempo real el perfil glucídico de tus diabéticos? ¿y la evolución del cLDL, sin derramar una sola gota de sangre? ¿Y anticiparnos a la próxima crisis de los psicóticos? ¿o concluir que tal o cual tratamiento no está funcionando sin necesidad de citar al paciente?Las posibilidades, dan auténtico vértigo porque pueden llegar a ser infinitas. Y quizás en este post estemos jugando a ser el julioverne de la cosa. Pero no tan deprisa, forastero…

En relación a la adherencia, en el blog hemos escrito largo y tendido sobre el tema, haciendo hincapié en la parte humana del problema antes que en la parte técnica. Por supuesto, todo aquello que venga a facilitar las cosas y a mejorarlas, es bienvenido. Pero es de una candidez supina pensar que esta pirula digital va a sacarnos del enorme embrollo que supone que los pacientes no se tomen la medicación o no lo hagan como se les dijo. Perseverar en el error obviando aspectos como la autonomía del paciente, su relación con los profesionales que lo atienden o las deficiencias de los servicios de salud sólo puede crear frustración y dar al traste con una tecnología que podría ser útil para otros menesteres.

Por otro lado y no menos importante está el espinoso asunto de la intimidad de los pacientes y la confidencialidad. ¿Sabrá el médico que prescribió Viagra cuál es la conducta sexual de su paciente? ¿Lo sabrá él y cuántos más? ¿También el fabricante? ¿Habrá que utilizar un consentimiento informado para utilizar este tipo de dispositivos?

Como ves, querido lector, muchas preguntas y de momento, una sola respuesta: los fármacos digitales son solo una herramienta más. Y como tal, dependiendo del uso que hagamos de ella entraremos en una dimensión de la Medicina desconocida hasta ahora o el invento será flor de un día.

Aunque personalmente me satisfaga que se hayan inventado los explosivos, creo que no debemos mejorarlos, dicen que dijo un mordaz Winston Churchill. Y a lo peor estamos en ésas. O no…