Beneficios de la actividad física regular y dosis recomendada

activityAunque la canícula veraniega este año está haciendo estragos, qué duda cabe que el buen tiempo invita a movernos y aumentar, en estas fechas, la actividad física. Esta época es buena para sembrar nuevos (y saludables) hábitos que darán sus primeros frutos en unos meses. Por este motivo hoy vamos a aprovechar la coyuntura estival para recordar, al hilo de varias publicaciones, las bondades de hacer ejercicio físico.

Como muchos recordaréis, dedicamos un post a este tema el pasado mes de febrero, que originó una cascada de interesantes comentarios. Pues bien, volvemos a las andadas y, con el ejercicio físico como parte del paisaje, hemos leído 2 interesantes estudios y un tuit -sí, un tuit– de los que queremos dejar aquí una espídica reseña. Son éstos…

Análisis dosis-respuesta entre actividad física y mortalidad: en 2008, la Physical Activity Guidelines for Americans recomendó un mínimo de 75′ de ejercicio intenso o  150′ de ejercicio moderado aeróbico a la semana para obtener un beneficio en salud sustancial y sugirió beneficios adicionales aumentando estas cantidades. Dado que no está claro el límite superior de la actividad física para aumentar la longevidad o causar un daño, este estudio ha tenido como objetivo determinar la asociación dosis-respuesta entre actividad fisica y mortalidad y definir dicho límite. Y para ello agruparon los datos de 6 estudios (n=661.137; mediana de edad: 62 años; rango: 21-98 años; mediana de seguimiento: 14,2 años).

Los resultados, expresados en disminución del riesgo de la mortalidad, quedan resumidos en la siguiente gráfica:

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En base a los mismos, las conclusiones de los autores son las siguientes:

♦ La cantidad de ejercicio actualmente recomendada proporciona la mayor parte del beneficio posible en términos de longevidad.

♦ El umbral de beneficio máximo se sitúa en torno a las 3-5 veces la actividad mínima recomendada.

♦ No parece que la mortalidad aumente hasta 10 o más veces la cantidad mínima recomendada.

En el material complementario encontramos una interesante tabla que traduce estos resultados a actividades físicas tan extendidas como caminar, montar en bicicleta, nadar o correr:

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Si tomamos el ejemplo de los andarines, el mínimo serían 20′ diarios, se obtendría el máximo beneficio en torno a los 60′,5 días a la semana – 75′, 7 días a la semana y no obtendríamos un resultado mejor (o incluso lo empeoraríamos) a partir de los 150′,7 días a la semana.

Revisión sistemática y meta-análisis de la eficacia de los programas de promoción de actividad física y dieta para prevenir la DM2: estudio patrocinado por los Centers for Disease Control y el Prevention Community Preventive Services Task Force con el objetivo de evaluar si los programas de promoción de actividad física y una dieta saludable, dirigidos a personas con un riesgo incrementado de DM2, para reducir dicho riesgo, así como la glucemia y el peso corporal. Los resultados -recogidos en las figuras 1, 2 y 3- muestran una fuerte evidencia de la eficacia de los programas mencionados, con una reducción del 40% de la probabilidad de desarrollar una DM2, si bien esta variable sólo se evaluó en el 30% de los estudios incluidos en el meta-análisis. Los programas, además, incrementan la probabilidad de la reversión a la normoglucemia y mejoran los factores de riesgo cardiometabólicos, como sobrepeso, hiperglucemia, HTA y un perfil lipídico anormal, siendo su efectividad mayor cuanto mayor es la intensidad de las medidas adoptadas.

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♣ El tuit es el que aparece más abajo y cuya ilustración hemos elegido hoy para la cabecera del post. Su autor es el Colegio de Médicos y Cirujanos de Glasgow (@rcpsglasgow) y hace hincapié en que la actividad física regular puede añadir años a la vida aunque, como recalca la American Heart Association, también puede añadir vida a los años.

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Comentario: no sabemos si alguno de los avezados lectores de este blog conoce un tratamiento farmacológico que tenga un impacto en términos de mortalidad, calidad de vida y prevención de la enfermedad comparable al ejercicio físico practicado con regularidad. Los estudios de hoy ponen de manifiesto que la evidencia es tozuda y cada vez disponemos de más y mejores pruebas que concretan los beneficios derivados de la actividad deportiva y la dosis necesaria para alcanzarlos.

Hace un par de años escribimos un post que hablaba de que otra Atención Primaria es posible. En algunos países, hace tiempo que se cambió el rumbo. En España, algunos se atreven incluso a cuestionar la existencia misma del primer nivel asistencial y puede que no les falte razón: la atención primaria debe desaparecer. Deben extinguirse los centros de salud entendidos como franquicias de los servicios hospitalarios. Y deben evaporarse la perspectiva centrada en los medicamentos, la falta de tiempo para la educación para la salud y, sobre todo, la creencia de que invertir en la promoción de estas actividades -con el paciente individual o en la comunidad- es perder miserablemente el tiempo.

Ni que decir tiene que hay muchas cosas que no dependen de nosotros. Pero una sí: cambiar de mentalidad y tener en cuenta que, practicar la MBE pasa por incorporar en la práctica clínica la montaña de evidencias que nos mira desafiante desde la pantalla de nuestros juguetes, recordándonos que no hay un solo medicamento que, en las dolencias crónicas más prevalentes en nuestra Sociedad, tenga la eficacia de los abordajes no farmacológicos…

6 comentarios

  1. No hay la menor duda de que la modificación de hábitos de vida es primordial en el mantenimiento de una población saludable, tanto o más que el control de la hipertensión, de la dislipemia, o de otros factores de riesgo prevalentes. Aun con todas las modificaciones posibles bien implementadas, habrá algún desafortunado que sufra un síndrome coronario agudo con elevación del ST, y requiera un servicio de cardiología próximo con hemodinamistas preparados para hacerle una angioplastia primaria a cualquier hora, o quien haga una pancreatitis por litiasis biliar y necesite una colectistectomía cuanto antes, si es laparoscópica mejor, o quien tenga el infortunio de sufrir un golpe con un hematoma epidural, o de que se le hernie un disco cervical, y solo la oportuna intervención de un neurocirujano pueda salvarle la vida o la capacidad de mover las extremidades y controlar los esfínteres. No sé qué significa eso de los centros de salud como franquicias de los servicios hospitalarios, y no adivino a qué sirve el ánimo de plantear una competencia del nivel extrahospitalario con el hospitalario, como si un sistema de salud sano pudiera prescindir de alguno de ellos. Uno de los mayores peligros de la aplicación de la MBE, ignoro si también de la FBE, son los sesgos.

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    • Hola, Pepe:

      La crítica a los centros de salud/franquicias hospitalarias se debe a la tendencia registrada en los últimos años por la AP hacia la implementación de nuevas actividades en detrimento de otras, quedando relegadas sus características más representativa (y a la vista de las evidencias, nada desdeñables) como son la prevención y las actuaciones, en términos de Salud Pública, en la comunidad a un (si acaso) segundo plano. Ganan la partida espirómetros, ecógrafos y demás cacharrería que han transformado algunos centros en autéticas ITV, a cambio, me temo, de perder la esencia.

      Los niveles asistenciales no deben de competir, sino que deben ser complementarios (mi afirmación era irónica, pero la del responsable que proporcionó el titular, me temo que no) y los servicios (todos) deben de acercarse a los ciudadanos/pacientes tanto como sea posible. Pero que estos árboles no nos impidan ver el bosque de lo que debemos priorizar -desde mi humilde opinión- en nuestro trabajo. Somos, ni nada más ni nada menos, que la Atención Primaria.

      Un saludo.

      CARLOS

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      • Carlos, comparto tu visión, pero también entiendo que los médicos de familia quieran huir de las incertidumbres diagnósticas de la atención primaria. Estoy de acuerdo contigo en que su principal y más noble misión ha de ser la prevención y la promoción de la salud poblacional, pero por el hecho de ser médicos, han de encontrar el gusto del diagnóstico preciso, para el que hay que apoyarse en máquinas. Aunque ellos se enorgullecen de saber convivir con la incertidumbre, e incluso aprovecharla, prefieren ver un hígado o unas carótidas en un ecógrafo que contar solo con las rudimentarias, imprecisas, e incluso engañosas, palpación abdominal o auscultación cervical, y que la precisión solo la pueda alcanzar el especialista. No puedo hablar por ellos, lógicamente, pues no soy uno de ellos, pero durante mucho tiempo fui tutor de residentes de MFyC en mi especialidad, y siempre he mantenido buen contacto y entendimiento con quienes traté de cerca.

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  2. Hola de nuevo, Pepe:

    Básicamente estamos de acuerdo. Y si me lo permites, hoy se he leído tres posts que parecen escritos al hilo de esta conversación, cuya lectura recomiendo a todos los lectores:

    Primum non nocere: Crónicos: lo nuevo, lo viejo y viceversa (https://rafabravo.wordpress.com/2015/07/23/cronicos-lo-viejo-y-lo-nuevo-y-viceversa/)

    El Gerente De Mediado: La degradación de la primaria (http://gerentedemediado.blogspot.com.es/2015/07/la-degradacion-de-la-primaria.html)

    Docencia Rafalafena: ¿Qué somos? ¿Qué quieren que seamos? ¿Qué queremos ser? (https://rafalafena.wordpress.com/2015/07/24/que-somos-que-quieren-que-seamos-y-que-queremos-ser/)

    Sin duda alguna, para reflexionar…

    Un saludo.

    CARLOS

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    • Carlos, leo los posts dolientes a los que nos remites, y desde luego que desde mi puesto de «especialista hospitalario» me identifico mucho con ellos. Pero mientras que la MFyC es al menos «mimada» verbal y verborreicamente -falsamente- por el sistema, como presunto eje primordial del engranaje de salud, mi especialidad, a pesar de ser muy demandada, tiene en nuestra comunidad un número de especialistas muy inferior a la media nacional, está ausente de los hospitales comunitarios, donde los pacientes que sufren enfermedades que les son propias son atendidos por otros especialistas, y a pesar de incluir muchos procesos urgentes en los que es «vital» una atención precoz, apenas está representada en las urgencias de los hospitales más que en unos pocos centros de la comunidad. Solo cuento esto con el fin de desmontar la idea, generalizada, pero errónea, de que las especialidades hospitalarias están mejor atendidas por el sistema que la atención primaria. La deriva hacia el deterioro no es patrimonio, en mi opinión, de la Atención Primaria, sino de la Sanidad Pública, en la que siempre hemos creído, a la que hemos dedicado todo nuestro tiempo y esfuerzo, y que, sea por dejadez o por designio, parece estar siendo abandonada a su suerte -¿por «insostenible»?- incluso por aquellos que se llenan la boca con proclamas en su defensa. Nos miramos con recelo de la Primaria a la «Especializada hospitalaria» -¿»divide y vencerás»?- cuando todos vamos en el mismo barco que se hunde, unos en la proa, otros en la popa, unos a babor, otros a estribor, pero todos juntos.

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