(AdverseEvents) Seguridad comparada de los fármacos para la hepatitis C

buscador-de-oroLa hepatitis C es, como todos sabéis, una enfermedad infecciosa causada por el VHC. Se estima que en el Mundo hay entre 130-150 millones de pacientes infectados, siendo las regiones más afectadas Asia central y oriental y el norte de África. La infección puede cursar de forma aguda, aunque se cronifica en un 55-85% de los casos. A su vez, un 15-30% de los enfermos crónicos desarrollarán cirrosis o cáncer de hígado en un plazo de 20 años. Es por tanto, una patología muy relevante, para la que actualmente no hay vacuna y a la que la OMS ha dedicado una guía de práctica clínica.

Tradicionalmente la hepatitis C se ha tratado con una combinación de interferón y ribavirina, eficaz contra todos los genotipos de virus de la hepatitis (pangenotípica) pero con diversas limitaciones, razón por la cual se ha desarrollado una nueva generación de antivirales contra la enfermedad. Estos fármacos, de administración oral, simplifican el tratamiento de la hepatitis C y aumentan la tasa de curación, habiendo hecho correr ríos de tinta debido a su elevadísimo coste y los problemas de accesibilidad que podrían generarse.

Cuando una enfermedad puede tener complicaciones graves, si no letales, la aparición de nuevas opciones terapéuticas hace que se cargue la mano sobre la eficacia antes que sobre la seguridad. ¿Qué sabemos de la seguridad de los nuevos fármacos para la hepatitis C? Para arrojar un poco de luz sobre el tema, hemos extractado lo más interesantes de la actualización del informe de AdverseEvents  (aún no publicado en el apartado de recursos, pero disponible por suscripción, gratuita) dedicado a la seguridad comparada de estos medicamentos, que por su metodología ofrecen una nueva perspectiva, lejos de la rigidez propia de los ensayos clínicos.

En un post previo ya contamos qué es AdverseEvents, qué metodología utiliza y qué tipo de informes elabora, así que, sin más dilación, vamos al grano…

¿Qué fármacos incluye? El informe se refiere a la seguridad comparada de boceprevir y telaprevir (fármacos de 1ª generación) y sofosbuvir y la asociación ledipasvir/sofosbuvir (2ª generación) en el tratamiento de la hepatitis C. No se incluye la asociación de ombitasvir/paritaprevir/ritonavir/dasabuvir por ser de muy reciente comercialización y no haber información suficiente.Tampoco se incluye daclastavir, no autorizado a fecha de hoy por la FDA.

Reacciones adversas incluidas en la ficha técnica:

– Fármacos de 1ª generación: destacan, anemia y neutropenia (boceprevir) y anemia, rash, prurito anaorrectal y hemorroides (telaprevir).

– Fármacos de 2ª generación: vienen recogidos en la ficha técnica de sofosbuvir, ledipasvir/sofosbuvir y en la de ombitasvir/paritaprevir/ritonavir/dasabuvir. En marzo de este año se han incluido en la ficha técnica norteamericana nuevas reacciones adversas, entre otras, bradicardia, dolor torácico, problemas de memoria o muerte súbita. Y, recientemente se ha descrito una interacción de sofosbuvir y sus asociaciones con amiodarona, de la que ha informado en España la AEMPS.

Análisis de las reacciones adversas registradas tras la comercialización:

Captura

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Como se puede apreciar en la tabla, boceprevir y telaprevir se asocian principalmente a reacciones adversas como naúseas, anemia, neutropenia, trombocitopenia, síntomas anorrectales, prurito y síndrome gripal. Por su parte, sofosbuvir aparece asociado a sobredosis, sobredosis accidental e hiperbilirrubinemia, aunque se han registrado pocos casos.

Análisis de desproporcionalidad: determina el ROR (reporting Odds Ratio) medida de desproporcionalidad que permite identificar las parejas de fármacos/reacciones adversas que se comunican con más frecuencia de lo esperado. Este análisis, que no incluiremos aquí por su extensión, ha identificado el ROR de efectos adversos no incluidos en la ficha técnica, como pérdida de peso (boceprevir) cefalea y disnea (telaprevir) vómitos y sobredosis (sofosbuvir) o HTA y nasofaringitis (ledipasvir/sofosbuvir).

Así mismo, la publicación de los 10 ROR mayores ha permitido detectar reacciones adversas emergentes, algunas de las cuales aún no están incluidas en la ficha técnica, lo que tiene un enorme interés en términos de seguridad del paciente.

Conclusión de los autores: 1) hasta la fecha, los fármacos de última generación tienen un perfil de seguridad superior en comparación con los disponibles con anterioridad; 2) sofosbuvir y ledipasvir/sofosbuvir tienen un perfil de seguridad positivo, aunque habrá que seguir vigilándose los casos de sobredosis, hiperbilirrubinemia (que podría derivarse de la propia enfermedad) y las interacciones, como la detectada con amiodarona; 3) aunque los datos de la asociación ombitasvir/paritaprevir/ritonavir/dasabuvir son limitados, parece probable que su perfil de seguridad sea menos favorable que el de sofosbuvir o ledipasvir/sofosbuvir.

Comentario: la explotación del FAERS (FDA Adverse Events Reporting System) con técnicas de minería de datos tiene, como comentamos en su día, evidentes limitaciones. Pero no hay duda de que constituye un novedoso método para conocer, más allá de los ensayos clínicos (y sus evidentes limitaciones) el perfil de seguridad de los medicamentos, esa zona de penumbra a la que lleva décadas poner luz y que con frecuencia ha dado al traste con el prometedor lanzamiento al mercado de muchos fármacos.

En el caso que nos ocupa, sabemos que los, a juicio de muchos, exageradamente caros nuevos fármacos para la hepatitis C son de administración más cómoda, mucho más eficaces y, a día de hoy, razonablemente más seguros que las alternativas anteriormente existentes. Destacamos lo de a día de hoy pues, como hemos visto, a medida que estos fármacos son utilizados por cada vez más pacientes, aparecen nuevos problemas de seguridad, desconocidos, e interacciones potencialmente graves, como la detectada con amiodarona.

Todo lo anterior nos lleva a concluir que la información que proporcionan los clínicos en labores de farmacovigilancia vale, literalmente, su peso en oro. Pero serviría de poco si no hubiera iniciativas como AdverseEvents que sacan, precisamente, oro de una montaña de datos inconexos.

No queremos acabar nuestro post sin un recuerdo a David Sackett, fallecido el pasado día 13, cuya vasta obra es digna de estudio durante la residencia de cualquier especialidad y quien un día afirmó que the evidence-based practitioner of medicine, nursing, physiotherapy, public health or whatever, would say: This is a problem I have to solve today, so what is the best evidence available to me? I’ll take what I can get but at least I’m going to look for evidence, not just depend on the experts. Dicho queda…

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