Hispa-NICE sí, Hispa-NICE… no

Los que habéis tenido oportunidad de escuchar la intervención de Alex Rovira que enlazamos en nuestra última entrada, habréis comprobado el interesante origen de la palabra crisis. Un diccionario etimológico la define como algo que se rompe y porque se rompe, hay que analizarlo. En consecuencia, la crisis nos obliga a pensar, produce análisis y reflexión y todo ello solo no es necesariamente negativo, sino que es un vivero de oportunidades.

Viene lo anterior a cuento de la eterna discusión sobre la necesidad de un Hispa-NICE, institución cuya creación hemos reclamado –como tantos otros– en este blog. Por Hispa-NICE nosotros entendemos una superestructura de ámbito estatal, independiente del poder político que, al menos, genere directrices basadas en la mejor evidencia disponible para la prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades.

Hace casi un año, el blog Salud y gestión titulaba una de sus entradas Lista de las instituciones que deberían desaparecer en la que se denunciaba la situación actual de la  España autonómica, con 7 agencias de evaluación de tecnologías e innumerables comités de evaluación de nuevos medicamentos. Esta multitud institucional, que no actúa bajo el paraguas de una unidad de destino en lo universal, es caldo de cultivo propicio para la descoordinación y el trabajo redundante. Prueba de la necesidad de superar esta incómoda situación fue la creación en 2.003 del Comité mixto de evaluación de nuevos medicamentos que puso su empeño en unificar la metodología utilizada y aprovechar las ventajas de la cooperación.

En pos de la excelencia clínica, los británicos son una referencia mundial. Todos, incluso los norteamericanos, miramos de reojo lo que se hace en el Reino Unido, donde webs como la del NICE o la del National Prescribing Centre dejan entrever la existencia de una sólida estrategia que descansa sobre la producción y traslación del conocimiento, bien aprovechando las facilidades de Internet, bien de forma presencial. Su liderazgo no es casual, sino fruto de la calidad metodológica, su innegable visión estratégica y como no, de la transparencia.

No obstante todo lo anterior y a pesar de la crisis económica, el viento no sopla a favor de la creación del Hispa-NICE (o, como más nos gusta denominarlo a nosotros, la Agencia española de excelencia clínica) sino que la apuesta del Gobierno pasa porque  los organismos existentes trabajen en red. Ni que decir tiene que, a diferencia de lo que opinan otros, nosotros creemos que aquí no sobra nadie. En todo caso, faltan muchas cosas: por ejemplo, la voluntad necesaria para aprovechar de forma eficiente y eficaz los recursos existentes. Pero sobre todo, falta -en niveles no profesionales-  el convencimiento de que, en relación al uso de los medicamentos, la eficiencia es sinónimo de uso adecuado. Éste descansa sobre un complejo entramado científico-técnico situado en el centro del triángulo formado por la investigación, el desarrollo y la innovación. Demasiado largo para desarrollar en un post. Demasiado complicado para nuestros políticos.

Por eso, muchos nos tememos que tras el rastro de destrucción de la actual crisis, no encontraremos nuestro ansiado vivero de oportunidades. Para ello es imprescindible una honesta reflexión que, al parecer, nadie con mando en plaza está realizando. O sea, otra oportunidad perdida.

8 comentarios

  1. Entiendo que si es una cuestión complicada la exigencia de excelencia en un sitio donde no podemos alcanzar el uso correcto de los recursos, que son muchos, a nuestra disposición. Si hacemos memoria los recurso disponibles en nuestra época formativa no tienen color comparativo con los actuales. Por esto creo que mas allá de las decisiones políticas es evidente que mucho está en las ganas que podamos aportar cada uno de nosotros.

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  2. Es cierto que desde hace algún tiempo las Agencias de Evaluación de Tecnologías Sanitarias decidieron aunar esfuerzos y que entre ellas se trabaja para no mutliplicar esfuerzos, ya que cada una tiene unos recursos limitados y se dieron cuenta que en alianza podrían ser más productivos. Dando esos pequeños pasos en evaluar estas tecnologías (entiéndase por servicios, products, aparatos, fármacos, pruebas diagnósticas, etc.), y habiendo conseguido editar material muy interesante al respecto, cada uno después de mucho trabajo, tenían unos cuantos problemas principales: 1) No hubo manera de que se quitaran las «etiquetas», me imagino que porque, al ser representantes de las comunidades de donde recibían sus respectivas financiaciones los técnicos no tenían más opción que justificar su existencia lo más «independientemente» posible del resto. 2) Muy pocos les hacían caso – la población diana de sus trabajos (los sanitarios) seguían pasando completamente de la PBE o MBE (prácticas o medicina basadas en la mejor evidencia disponible) o preferían directamente en inglés la información en inglés o simplemente desconocían su existencia. No digo que la PBE sea la panacea, pero hay quienes incluso estando dentro del sistema la desprecian frente a su «experiencia». 3) La metodología no se llegó a consensuar, con lo que los mucho del material no terminaba de cumplir todos los criterios de GuiaSalud para su edición/difusión extendida. 4) Hay otros grupos, instituciones, agencias o sociedades con las que se debieron haber generado muchas más colaboraciones, como bien pones en tu artículo. 7) No existía una fórmula conjunta de priorización y distribución de los temas o las tecnologías a abordar. 8) No he visto que se haya evaluado sistemáticamente el impacto de todo este trabajo, salvo alguna excepción puntual. 9) La velocidad de la aparición de las nuevas tecnologías hacían que estas desplazaran a las antiguas, incluso cuando tampoco estas habían sido evaluadas. Luego de esta perorata, solo quería decir que al final las Agencias de ETS están empezando a desaparecer, al no ver los políticos justificada su existencia: autoservicio en bandeja. Y que si existe el maravilloso NICE (institución altamente dotada de recursos y colaboraciones) es porque el gobierno británico hace de su palabra casi LEY entre los profesionales de la sanidad de ese país. Así que no se trata solo de la existencia del instrumento, por muy bueno que sea este, mientras no haya voluntad política, apaga y vámonos. Saludos.

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    • Muchas gracias, Rosa por tu aportación.
      Sin duda alguna, el NICE -y por ende cualquier agencia de ETS- es solo una herramienta más que debe estar al servicio de los profesionales, pacientes y servicios de salud. Por tanto, su existencia, no es garantía de nada. De todas formas, prefiero un único organismo fuerte, con medios suficientes y una clara visión estratégica a varios pequeños centros, descoordinados y usados como generadores de evidencias ad hoc de las decisiones políticas de turno. No creo que sea tanto un problema de poder, como de querer y, sobre todo, creer en que hay una forma mucho más eficiente desde el punto de vista científico, sanitario y social de hacer las cosas.
      Un saludo.
      CARLOS

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