Los profesionales ante los recortes presupuestarios

Tras el paréntesis de Semana Santa, continúa el particular calvario de la economía española sumida en una peligrosa espiral que amenaza por llevarse por delante la realidad tal y como la conocemos. Desgraciadamente, no tenemos ninguna solución mágica. Mucho nos tememos que no existe. No obstante, echando un vistazo en Twitter, descubrimos que hemos pasado de un país de sabios de Hortaleza a un país de guindos. Vaya por delante que es un placer comprobar que cualquiera puede expresarse libremente. Sin embargo, no es de nuestro agrado la actitud de algunos que, independientemente de su condición y orientación política, nos recuerdan a los chavales que en el recreo gritaban aquello de pelea, pelea mientras dos de sus compañeros se partían la cara, en vez de intentar poner fin a la violencia. La actual crisis es una oportunidad única para reformar entre todos -entre todos– las cosas que podrían funcionar mejor o las que directamente no funcionan. Desde el rigor y la altura de miras. Sin fanatismos, sin sectarismos. Y sin demagogia. No nos lo debemos a nosotros mismos. Se lo debemos a nuestros hijos.

Habitualmente, no prestamos mucha atención a las noticias que publica el British Medical Journal. Preferimos apartados como Research o Education. No obstante, esta mañana, ha pasado por nuestras manos un artículo titulado US specialities list five tests and treatments that doctors and patients can safely avoid a través del cual hemos descubierto Choosing Wisely, campaña promovida por ABIM Foundation, centrada en que profesionales sanitarios y pacientes tomen las decisiones de forma compartida evitando pruebas y procedimientos que la evidencia no respalda. La iniciativa, que agrupa a 9 sociedades profesionales y de pacientes, se ha publicado hoy en The Journal of the American Medical Association con el explícito título Eliminating Waste in US Health Care en una comunicación especial que viene acompañada de un extenso comentario.

Las recomendaciones, dirigidas a los médicos de atención primaria fueron publicadas hace unos meses y ampliamente comentadas en la blogosfera hispanoparlante, por lo que no vamos a extendernos. Daremos un solo dato: se estima que su implementación haría posible ahorrar unos 50.000 millones de dólares.

En esta ocasión, se describen 6 aspectos de la asistencia sanitaria en las que hay un ahorro potencial: sobretratamiento, descoordinación, fallos de ejecución de los procesos asistenciales, complejidad administrativa, precios inadecuados y fraude y abusos del sistema. Sin duda, salvando las distancias del Sistema Nacional de Salud con la sanidad norteamericana, no es difícil pensar en ejemplos de sobretratamiento, descoordinación o abusos, por poner tres ejemplos, en el día a día de nuestras consultas. En EE. UU. se estima que estos 6 agujeros negros se tragan nada menos que el 20% del gasto sanitario. Gasto sanitario que, por supuesto, es mucho más que el sempiterno gasto farmacéutico.

Como hábilmente se dice en el artículo, nuestros gobernantes suelen asociar contención del gasto con recortes. Pero hay una estrategia más inteligente, más profesional, más ética y que, sin duda, sería bien acogida por las personas sin las cuales nuestro trabajo no tiene sentido ninguno: los pacientes. Y consiste en que hagamos un sincero, profundo y honesto examen de conciencia sobre nuestra práctica asistencial diaria, en un entorno multidisciplinar e interniveles para decidir, evidencia en mano, qué cosas podemos mejorar o cuáles hay que, directamente, eliminar. Si no lo hacemos, otros nos impondrán su criterio sin escuchar siquiera nuestra propuesta porque, simplemente, no existirá.

Indignarse es un sano ejercicio que pone de manifiesto que, al menos, las cosas no nos dan igual. Pero una vez metabolizadas las catecolaminas, parece que lo más productivo es ponernos a remar todos en la misma dirección, por el bien de una sanidad pública universal, gratuita y sostenible que heredamos de la generación que nos antecede y es propiedad de la siguiente.  Decía Alex Rovira en una conferencia reciente, que éste es el momento de la buena gente. La gente con valores y vocación de servicio, que se crece ante la adversidad. También dijo Albert Einstein que no podemos resolver los problemas actuando de la misma manera que cuando los creamos. Ahora cabe preguntarse si para todo esto, estamos preparados…

6 comentarios

  1. Cabría esperar que el gasto público en cualquier área fuese realizado con rigor para proporcionar el mejor servicio al ciudadano con el menor coste posible. Lo que en doctrina jurídica se conoce como actuar como un buen padre de familia. Lamentablemente, si bien mayormente se ha considerado que las corruptelas, tanto a nivel institucional como de usuario de servicios, eran la excepción, la actual crisis ha sacado a la luz que las corruptelas institucionales a nivel de cargos electos o de libre designación, en combinación con empresas privadas e individuos particulares han sido muy frecuentes. Si unimos la corrupción a la manifiesta falta de conocimientos de muchos cargos públicos para realizar una saneada política económica ha desembocado en gran parte del problema del déficit público que padece nuestro país.
    Esto lo podemos trasladar a la sanidad: 1º las CCAA recibían el dinero necesario del Gobierno central, pero bien por corruptela, bien por malas decisiones, parte de ese dinero no se empleó en la sanidad, sino en todo tipo de proyectos «más lucrativos para los bolsillos de algunos gobernantes autonómicos y sus amigos». 2º Seguramente el dinero que al final llegaba a las consejerías de sanidad podría haber sido utilizado más eficientemente con una mejor gestión de todas las áreas, desde atención primaria a la hospitalaria, pasando por las especialidades, urgencias y prevención, sin olvidar, desde luego, los medicamentos. 3º No puedo aceptar que ahora pretendan decir que los médicos son unos derrochones que malgastan su tiempo y los recursos materiales y que recetan porque sí.4º No creo que la tónica sea que la gente se infle a pastillas si no tiene una dolencia y si alguien le pide al médico lo que no necesita, el médico no debe de recetárselo, con lo que lo pagará de su bolsillo y no con cargo a la sanidad pública.
    Una buena regulación de la administración, centralizando las compras de materiales y medicamentos. haciendo receta electrónica, al menos para los crónicos, haciendo un diagnóstico completo de un enfermo una vez que es hospitalizado. ¿Es normal que a una persona de 84 años le hagan una operación de aorta y a los 10 días en la revisión digan que tiene que volver a ingresar para mirarle las venas en una pierna? ¿Por qué? pues porque unos médicos son de cintura para arriba y otros para abajo …… y una mujer con 84 años y con el corazón mal tiene que pasar 2 veces por quirófano, todos los gastos el doble y ella sufriendo 2 veces. Si la crisis sirve para que todos aprendan que el dinero público es de todos y no de nadie como muchos parece ser que creían, habremos avanzado un mucho en la razionalización del gasto público.

    Me gusta

    • Gracias por tu comentario. Es llamativo comprobar, como he dicho en el texto, que a pesar de las diferencias entre sistemas sanitarios, los problemas en Estados Unidos y España son muy similares y sin duda, van en la línea de los ejemplos que tú apuntas.
      Un saludo.
      CARLOS

      Me gusta

  2. Quizá estar preparados, y en la línea de lo que comentas, consista en cambiar del Qué al Como, tal como nos recuerda el Gerente Demediado: (http://gerentedemediado.blogspot.com.es/), remitiéndonos al blog de R Smith : «lo que necesitamos en hacer una análisis detallado de cada caso con datos y hacer recomendaciones para la mejora, si ésta mejora es necesaria» (http://blogs.bmj.com/bmj/2012/04/05/richard-smith-time-for-medicine-to-move-from-why-questions-to-how-questions/?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+bmj%2Fblogs+%28Latest+BMJ+blogs%29&utm_content=Google+Reader). Un abrazo.

    Me gusta

    • Exacto. En Estados Unidos no han esperado a que el Congreso les dé las cosas hechas: las sociedades científicas y las organizaciones de usuarios (la Sociedad Civil, en definitiva) se han movilizado y han puesto por escrito los agujeros negros de la asistencia diaria por los que se despilfarra el presupuesto sanitario. Aquí todos sabemos o intuimos dónde pueden estar nuestros particulares «talones de Aquiles». Falta echar las cuentas y ponerlo por escrito.
      Pero claro, comparar la Sociedad Civil norteamericana con la española, a estas alturas, aún da un poco de risa… o de pena.
      Un abrazo.
      CARLOS

      Me gusta

  3. Aunque leo el blog desde hace tiempo, nunca había hecho un comentario, sin embargo la situación actual no debía dejar indiferente a nadie! Soy farmacéutica hospitalaria, por ello solo voy a hablar del gasto farmacéutico, del resto no puedo opinar porque no tengo el conocimiento suficiente (algo que deberían aprender nuestros políticos), y mi humilde opinión es que mientras no se actúe según protocolos de práctica clínica basados en la evidencia, mientras se financie cualquier medicamento (una cosa es autorizar y otra finaciar) y mientras las decisiones en Sanidad se tomen por políticos y no por un comité de expertos, nos va a dar igual. Cuando lees en prensa que se pretende dejar de financiar los medicamentos más baratos, te das cuenta que los políticos no saben de lo que hablan, ya me imagino se deja de financiar la metformina (al fin y al cabo cuesta dos duros) pero claro, habrá que financiar los inhibidores de la DPP-IV que son caros, claro así todo el mundo pedirá que le receten el fármaco caro porque es el que esta financiado! Pero que broma es esta?? Un fármaco se debe financiar si cumple criterios de coste-efectividad, y lo que se debe hacer es fijar unos criterios de uso de dicho fármaco dentro del SNS según la evidencia, yo pensaba que estabamos cerca de crear un NICE español ….pero mucho me temo que seguiremos tomando medidas sin pensar y sin conocer de lo que se habla………

    Me gusta

    • Gracias por tu comentario, Marta. Y totalmente de acuerdo con su contenido. El ejemplo de la metformina es clarísimo: debido a que es un fármaco antiguo, ha sufrido numerosas rebajas de precio, con lo cual -pese a su innegable valor terapéutico- es un fármaco que no vale la pena vender, pues los márgenes económicos son irrisorios. A lo mejor es hora de plantearse, como tú dices, introducir la variable eficacia clínica en el precio de los medicamentos. Si la metformina fuera MÁS cara, a los laboratorios no solo les interesaría venderla, sino que promocionarían activamente su uso, echándonos una mano en la promoción del URM. Si otros antidiabéticos más modernos, que no han demostrado ventajas sustanciales fueran MENOS caros, esos mismos laboratorios no tendrían tanta motivación para promocionarlos, lo que redundaría -una vez más- en un uso más adecuado de los medicamentos, al desincentivarse el recambio terapéutico. Pero claro, todo esto debe ser más complicado de lo que parece, pues ni el Gobierno actual, ni el que le precedió, han puesto el más mínimo interés -hasta donde yo sé- en explorar esta vía. En fin…
      Un saludo.
      CARLOS

      Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.