Medicamentos e Internet: un peligroso mercado sin regular

Según informa la Medicines and Healthcare products Regulatory Agency (MHRA) en su web, el año pasado se decomisaron más de 8,5 millones de dosis de falsificaciones de Viagra en el Reino Unido. Esta noticia, nos debe hacer reflexionar sobre varios aspectos. El más evidente es el gran tirón comercial que tienen determinados fármacos, como aquéllos indicados en la disfunción eréctil que, cuyo uso y abuso trasciende con mucho la práctica clínica. En segundo lugar, a nadie escapa que hay un descomunal mercado electrónico de medicamentos. En España, la venta de medicamentos por Internet está expresamente prohibida por la Ley 29/2006, de garantías y uso racional de los medicamentos y los productos sanitarios que la recoge en su artículo 102 como infracción muy grave. Lo que nadie ha dicho es que esté prohibida su compra

A nivel comunitario, también está prohibida la venta de medicamentos de uso humano sujetos a prescripción médica y aquéllos que requiriendo autorización, no la hayan obtenido (y, por tanto, ilegales) en virtud de una histórica sentencia que puso límites al principio de libre circulación de mercancías. Una vez que la vía legal de compra online de medicamentos está cerrada, se abren las puertas del mercado negro. Cualquiera podría pensar en este momento en la llamada ley Sinde y su inútil intento de poner puertas al campo. De acuerdo, los medicamentos -de momento- no se descargan. Pero ¿cómo está afectando la globalización al mercado farmacéutico?

La realidad es que cualquiera, con un ordenador, acceso a Internet y un medio electrónico de pago puede comprar cualquier medicamento en cualquier parte del mundo. Y todo ello, aunque algunos expertos se afanen en insistir que una gran proporción de lo que se compra en la Red son falsificaciones, productos de calidad incierta, potencialmente peligrosos para la salud y cuya adquisición, en España, donde tantas oficinas de farmacia hay, es ridícula. Ridícula o no, el comercio electrónico de medicamentos ha crecido de forma preocupante en los últimos años, a pesar de los esfuerzos policiales por contener un problema con ribetes sanitario, pero también fiscales y económicos. No obstante, todo lo anterior no ha supuesto un obstáculo para que las autoridades comunitarias, den un cómodo plazo de 2 años para adecuar las legislaciones nacionales a la nueva directiva sobre este tema aprobada la semana pasada, cuyo contenido no entra -lamentablemente- al fondo de la cuestión

Como vemos, Internet y la globalización también tienen efectos adversos que salpican de lleno nuestro trabajo. ¿Es la prohibición pura y dura la mejor vía? ¿Es la única? Desde luego, no seremos nosotros los que aboguemos por la compra de medicamentos fuera del canal farmacéutico, en las condiciones actuales. Pero el mundo sigue girando y la globalización ha hecho posible un floreciente comercio donde hay desaprensivos haciendo su agosto. ¿Seguiremos prohibiendo, como ocurre con la publicidad directa al consumidor? A lo mejor es hora de replantearse la estrategia y pensar en otras opciones. Claro está, que nadie ha dicho que esto sea fácil…

 

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